Carta de nuestro párroco, P. Pedro Oeyen, publicada en la revista Bienaventurados del mes de diciembre de 2017. 

«Celebraremos con mucha alegría la Navidad, que nos recuerda que el Hijo de Dios asumió una vida igual a la nuestra para llevarnos a Dios».


Queridos amigos:

Este mes celebramos estos dos acontecimientos.

1. EL NUEVO PÁRROCO
Recibimos con mucha alegría el nombramiento del P. Carlos “Checo” Avellaneda como párroco de la Catedral, quien asumirá su ministerio el domingo 11 de marzo en la misa de 19 h. Desde ya le deseo lo mejor y lo acompañaré como párroco emérito en todo lo que él quiera y yo pueda.
Me alegra por la comunidad porque es un muy buen sacerdote, con una gran experiencia, que le será muy útil en este nuevo ministerio que le confía la Iglesia. Este mes cumple 63 años de vida y 37 de sacerdocio. Fue Rector del Seminario Diocesano; párroco del Santo Cristo en San Isidro, de Nuestra Señora de la Guardia en Florida y de Nuestra Señora de la Merced en Las Lomas; y además es el encargado diocesano de la pastoral matrimonial y familiar.
Me alegra también en lo personal porque es un gran amigo, al que conozco desde antes de que fuera ordenado y que trabajó conmigo 3 ½ años en la Capilla de la Unidad, en Olivos, como seminarista, diácono y vicario.
Espero de corazón que todos lo reciban con los brazos abiertos y colaboren plenamente con él para el bien de nuestra querida parroquia.

2. NAVIDAD
Este mes nos preparamos a celebrar con mucha alegría la Navidad, la fiesta que nos recuerda que el Hijo de Dios se encarnó, asumió una vida igual a la nuestra para llevarnos a Dios.
Me parece que es una buena oportunidad para reflexionar sobre lo que nos proponían nuestros obispos, cuando nos invitaban a vivir nuestra adhesión a Jesús con una espiritualidad encarnada, es decir:
• Una espiritualidad de oración y compromiso con el hermano, que no se conciben como dos instancias separadas, sino como los dos momentos del latido del corazón. Reconocemos la única presencia de Jesús; dicha presencia nos lleva de la oración a reconocerlo en el hermano y del hermano a reencontrarlo en la oración.
• Una espiritualidad que nos anime a llorar. Para secar una lágrima del rostro de quien sufre es necesario unir su llanto al nuestro. Sólo así nuestras palabras pueden ser realmente capaces de dar un poco de esperanza.
• Si está centrada en Jesús, será una espiritualidad de la cercanía. Se trata de estar presentes en el mejor sentido de la palabra, de compartir tiempos e inquietudes, de comprender lo que las personas viven y sienten. Esto significa cultivar el amor recíproco y una mirada evangélica que genere comunión en la diversidad.
• Una espiritualidad del vínculo. Jesús llama a las personas por su nombre, las mira a los ojos y en ese vínculo se reconocen a sí mismas. Somos hermanos, hijos de un mismo Padre, todos distintos y especiales a sus ojos. Por lo tanto, es una espiritualidad que apunta a superar la globalización de la indiferencia y nos ayuda a salir del anonimato que nos deshumaniza.

De corazón, les deseo que vivamos así este tiempo para tener una muy feliz Navidad y un próspero año nuevo.

Pedro Oeyen