Testimonios de algunos jóvenes de la comunidad, publicados en la revista Bienaventurados del mes de agosto de 2018. 


¡Algunos de los chicos que se confirmaron durante el mes de julio nos cuentan acerca de su linda experiencia!

Juanchi Primucci:
Felicidad. Eso fue lo que sentí al confirmarme, al ver a todo mi grupo diciéndole que sí a lo mismo, que es dejar entrar a ese Espíritu en nuestros corazones para que cada día los haga más parecidos al corazón de Jesús.
Durante la misa pensé en todo lo que viví durante esta etapa. Pensé en cómo, desde el día uno hasta hoy, creció mi relación con todos los de mi grupo y con Jesús. En el momento de las renuncias y de la profesión de fe fue cuando realmente caí en lo que estaba pasando. Estaba invitando al Espíritu Santo a que me haga más parecido a Jesús, a que me haga mejor persona con la ayuda de sus dones. Y además todas las personas a mi alrededor estaban haciendo lo mismo.
Por todo esto, estoy más que agradecido por haber vivido esta experiencia y por saber que de ahora en más tengo los dones del Espíritu en mí para que me guíen.

Mili Calvo:
Empecé Confirmación muy entusiasmada, y rápidamente entré en confianza con mi grupo. Todo era sonrisas, momentos de reflexión, charlas y desiertos que me ayudaron a acercarme más a Jesús y a crear una amistad increíble y distinta con mi grupo.
Luego comencé a preguntarme quién quería que fuera mi padrino/madrina de confirmación. Aprendí que tiene que ser alguien que, además de guiarte en tu vida, también te guíe en la fe, en esto que uno elige seguir. Elegí a mi mejor amiga; pero no por el hecho de que fuera mi mejor amiga, sino porque en ella encontré un refugio, un lugar en donde me siento cómoda, querida, aceptada, y a la vez acompañada y guiada en este camino.
Me confirmé feliz y agradecida por haber podido vivir esta experiencia y ser parte de un grupo impresionante, el cual me ayudó a crecer como persona, a quererme y a animarme a ser como soy sin miedo.

Andrés Chiavelli:
El año pasado tuve la oportunidad de empezar Confirmación gracias a mi hermana y amigos. Vine el primer día con pocas expectativas y sin esperar nada. A Jesús no lo tenía muy en cuenta en mí día a día; sólo lo nombraba cuando estaba en una situación complicada o necesitaba ayuda, pensando en que, con sólo decir su nombre, mi problema podría ser resuelto.
Pero, domingo a domingo, casi sin darme cuenta, algo en mí fue cambiando. Mi relación con Él empezó a crecer y por primera vez pude ver a Jesús en los demás. Hoy probablemente veo a la misma persona que aquel día, pero algo cambió. Aprendí que siempre se puede hacer algo por el otro, aunque parezca pequeño, que siempre hay algo que mejorar o una palabra que decir. Aprendí que a veces un gesto cambia las cosas, pero lo más importante es que aprendí que nunca más voy a estar solo en la vida. Jesús está conmigo.
Este camino no lo recorrí solo, sino que gracias a mi grupo y a mis coordinadores pude ir descubriendo la otra cara de Jesús en cada mate, en cada juntada, en cada encuentro. Hoy, ya terminado este camino que recién empieza, les digo “gracias” de todo corazón.