Testimonios de algunos jóvenes misioneros del grupo Jeremías, publicados en la revista Bienaventurados del mes de marzo de 2020.

Este año, el grupo misionero Jeremías volvió a Vera, provincia de Santa Fe. Después de compartir la navidad con sus familias, el 26 a la mañana los 37 misioneros viajaron para reencontrarse con el pueblo. En esta edición, charlamos con algunos de los integrantes del grupo para que nos cuenten cómo fue el ansiado reencuentro.


Testimonio de Agus Penzotti (20 años)
1. ¿Cuál fue el lema de la misión este año y por qué?
En un principio, decidimos trabajar los lemas de los 3 años de misión en Vera en base a las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. En la misión pasada tratamos la Esperanza; en esta, la Fe; y la próxima vez trabajaremos sobre la Caridad.
Siguiendo este hilo, el lema de este año fue: “Por medio de las obras, te demostraré mi Fe”.
Con él, buscamos hacer presente que Jesús está en cada uno de nosotros y tratar de mostrarlo con gestos, actitudes, obras. La idea era incorporar esto y ponerlo en práctica, entre nosotros, con ellos y entre ellos.
2. ¿Cómo encontraron a la comunidad que los recibió?
Nos encontramos con una comunidad que realmente nos esperó un año entero a que volvamos. Nos volvieron a recibir con ese cariño y entusiasmo verenses que algunos habíamos olvidado. Nos encontramos con algunas caras nuevas, y extrañamos a otras que ya no estaban.
Una parte de la comunidad de Vera se nota apagada, carente de proyectos o sueños. Más que nada los jóvenes, muchos de ellos dejan sus estudios a temprana edad sin priorizar su futuro.
También está dividida: algunos de los barrios están enfrentados entre sí, lo que da lugar a conflictos y rivalidades entre familias y vecinos. Así fue que se perdió un poco esa identidad de comunidad que se necesita para poder progresar.
Desde nuestro lugar, buscamos acercarnos y ayudar a recuperar ese sentimiento de pertenencia, una idea de comunidad, e invitarlos a que busquen y conozcan al otro.
3. ¿Cómo vuelve tu corazón después de esta experiencia?
Después de este segundo año en Vera, uno se reencuentra y se vuelve a encariñar con la gente. Claramente, con algunos los vínculos son más fuertes. Yo especialmente me llevo en el corazón a la familia Monje, que desde nuestro primer día acompañaron al grupo en las diferentes actividades y ceremonias. Ellos me recordaron y me mostraron lo importante que es la familia y lo agradecido que debo estar para con la mía.
Este grupo me vuelve a sorprender por su predisposición y entusiasmo. Encarnó tal cual los pilares de Jeremías (encuentro, fraternidad, oración), tanto internamente como con el pueblo.
Vuelvo con el corazón lleno de energía, con ganas de no dejar lo que vivimos en una sola experiencia de verano sino seguir misionando y yendo al encuentro del otro en mi día a día.
Espero que no se trate sólo de un comentario que uno dice al pasar: que sea sincero y sentido.

Testimonio de Bauti Palma (19 años)
1. ¿Es fácil encontrarse con Dios misionando?, ¿por qué?
Por lo general, varios de los que van a misionar buscan una oportunidad para encontrarse con Dios y acercarse un poco más a Él. Y casi siempre pasa que, al volver de la misión, vuelven al menos un poquito más cerca de Dios.
Cuando uno misiona, es más fácil encontrarse con Dios. Pero no solamente por el hecho de ir en nombre de Dios a ayudar y escuchar a un pueblo, sino por los encuentros que se generan con el otro, tanto con la gente del lugar como con aquellos que nos acompañan a misionar. Esta es la forma de acercarse más fácil a Dios: el encuentro con el otro.
En una misión esto se hace más fácil ya que todos van con el mismo objetivo y, en el caso de Vera, la gente está abierta a compartir unos mates, un encuentro. Ir a misionar es una gran oportunidad para darse cuenta de que Dios está en el otro, en el prójimo. Por eso, el desafío que nos proponemos al volver de misionar es tratar de llevar esos mismos encuentros, con esa misma intención, a lo cotidiano, para ir acercándonos a Dios en nuestro día a día.
2. ¿Qué le dirías al pueblo de allá ahora que ya los conociste?
El pueblo de Vera me sorprendió desde el primer día que llegamos. Nos recibieron con unas ricas pizzas la primera noche y, en esa comida compartida, ya se veían las ganas que tenían de compartir sus experiencias y ser escuchados. Se notaba que necesitan de alguien que les preste atención, que los escuche, alguien en quien poder apoyarse. Pero también era clara la desconfianza que había entre los distintos barrios de la ciudad.
Por eso, yo les diría que confíen en los demás. Arrancando por sus familias, y también por sus vecinos. Que se animen a abrirse también a ellos como lo hicieron con nosotros. Que no se encierren en sus casas y que salgan al encuentro del otro, principalmente al del más necesitado. Pienso que, en pueblos como este, la cooperación entre las familias es muy importante porque de esta manera, compartiendo, es más fácil que la comida, el lugar y la felicidad alcancen para todos.
Todos los misioneros presenciamos la bondad y generosidad de los verenses en todas las visitas a las casas y en todos los encuentros. Me encantaría que, al igual que lo hicieron con nosotros, lo puedan hacer entre ellos a diario.
3. Contanos alguna linda experiencia de misión.
Un día, con otros 4 misioneros, fuimos a visitar un centro de rehabilitación llamado “El buen samaritano”. Fuimos sin expectativas; cuando volvimos, creo que todos coincidimos en que esa había sido una de las mejores experiencias de la misión.
Ni hicimos esfuerzo para arrancar la conversación, y ellos ya estaban compartiendo sus momentos más difíciles y cómo pudieron sobrellevarlos gracias a Dios y a este lugar en el que viven. Lo que más me llamó la atención, más que nada porque ellos lo repetían constantemente, fue su agradecimiento por tener un lugar en el cual pueden ser escuchados, apoyados, y donde pueden encontrarse con Dios que los ayuda con sus problemas. Pero también nos contaron que con este centro no alcanza, que hay gente que se queda afuera.
Esto me hizo pensar en lo importantes que son los grupos de jóvenes de la Catedral, que nos dan la oportunidad de encontrar un lugar de apoyo, y en lo agradecidos que tenemos que estar por tener estas actividades a nuestro alcance.
Fue una experiencia que nunca voy a olvidar.