Reflexión de Ignacio Rico publicada en la revista Bienaventurados del mes de marzo de 2020.
En el año 2020, la capacidad de poner foco es considerada ya un superpoder por revistas de investigación en desarrollo personal. Es curioso que una habilidad sumamente modesta como la concentración cobre tanto protagonismo recién ahora. Pero los estímulos de las disrupciones digitales en redes sociales (sobre todo), con sus modelos de “atención extractiva” como los llaman, atentan contra nuestra capacidad de concentración, haciendo que el foco sea el ancla para asegurar la efectividad de lo que hacemos y quien nos recuerde a quién tenemos al lado físicamente.
¿De qué se trata este superpoder? El arte de alinear los cañones, de gestionar nuestra atención, que es nuestra fuerza transformadora, cual lupa que concentra concreción y efectividad. Recién pasar a la actividad B cuando termino la actividad A: eso es unitasking, una tarea a la vez. Y a la concatenación de tareas
unitasking, le dicen flow: la capacidad de ir fluyendo en el hacer. Por el contrario, ir de una actividad a la otra continuamente sin terminarlas y agregando nuevas es multitasking, y el cerebro humano no está diseñado para eso.
Alinear los cañones nos permite ir objetivo por objetivo sin difuminar esfuerzos. La imagen de los cañones es muy poderosa ya que hace converger los esfuerzos hacia un punto, que una vez que se alcanza, ahí se puede pasar al otro. Está muy estudiado que, desde que nuestra mente cambia de una actividad a otra, hay una merma de energía hasta que se vuelve a enfocar. La misma energía que me imagino tendría el cañonero que tiene que mover el cañón, limpiarlo, apuntar de nuevo, e iterar la precisión hasta dar con el nuevo blanco.
Tenía una jefa que usaba una imagen de una casa con varias canillas: la de la pileta, ducha, lavarropas, baño y bacha. Si prendo todas a la vez, el agua va a salir con muy poca presión; y, si pasa un rato, el agua del tanque seguramente se agote ya que no llegará a reponer tan rápido. Eso sería la extenuación, el burnout.
El foco es un superpoder, de la misma manera que el agua que gotea repetidamente en una roca la perfora, no por su fuerza sino por su persistencia. Los que hemos intentado dibujar algo con lupa alguna vez sabemos que lo que genera calor no es la lupa sino el hecho de mantener el ángulo que condensa el calor en un punto. Y que, para manejar ese foco de fuego, se cumple la sabia paradoja: “cuanto más lento, más rápido”. Si trato de hacer el dibujo o escribir mi nombre rápido, la lupa no concentra el suficiente calor para quemar.
Que nuestro artillero naval interno que alinea los cañones de nuestros esfuerzos, la lupa de la concentración (y no la de Instagram), y los torrentes de agua y energía vital, nos hagan enfocar este 2020 para, como dicen el libro y podcast La Fábrica de tiempo, hacer mejor y no más.