Carta de nuestro párroco, p. Carlos Avellaneda, publicada en la revista Bienaventurados del mes de mayo de 2020.
«Aprovechemos saludablemente el tiempo».
Siempre que escribimos en Bienaventurados, lo hacemos con un mes de anticipación; y nuestras reflexiones no aluden a los acontecimientos de esa semana, porque perderían vigencia al ser leídas. Cuando escribo estas líneas, apenas celebrada la Pascua, no sé cómo estaremos cuando se publiquen dentro de 20 días. ¿La pandemia se habrá llevado muchas más vidas? ¿Nuestro ánimo estará todavía esperanzado? ¿Podremos en mayo, al menos, vislumbrar el tiempo de volver a reunirnos físicamente para celebrar nuestra fe? No tengo ninguna respuesta a estas ni otras preguntas.
Sin embargo, estas dudas no me quitan la certeza del triunfo de la vida sobre la muerte “al tercer día”, como dicen los evangelios y nuestro Credo, refiriéndose a la resurrección de Jesús. Más que un dato del calendario, esos tres días aluden a un proceso existencial vivido por Cristo: su “tocar fondo” en el abismo de la muerte hasta salir a flote, rescatado por Dios. Me parece importante entonces que podamos aprovechar nuestros “tres días”, nuestro tiempo indeterminado de reclusión, como un kairos, es decir, un tiempo favorable, una oportunidad de salvación. ¿Cómo? Reflexionando sobre nuestra vida puesta a prueba por esta situación inédita. Si lo hacemos, habremos aprovechado “saludablemente” el tiempo.
Es probable que en estos días estén saliendo a flote, y a la vista de todos, reacciones, actitudes y estados de ánimo más “extremos” por la presión que sentimos al vernos apremiados por los problemas de trabajo, el encierro en casa, la dificultad de convivir tanto tiempo juntos, y tantas otras limitaciones. Por supuesto que no será nada nuevo. Nuestro modo de ser y nuestro temperamento es el mismo de siempre, pero está sometido a pruebas inusuales.
¿Cómo saldremos espiritualmente de la cuarentena y el aislamiento? ¿Mejores o peores? Sin duda, seremos los mismos; pero, si vivimos este tiempo ejercitando la paciencia, la comprensión y el servicio en casa, seguramente habremos mejorado como personas.
El sabio del libro del Eclesiástico de la Biblia escribe: “Un tiempo de infortunio hace olvidar la dicha, y las obras de un hombre se revelan al fin de su vida. No proclames feliz a nadie antes que llegue su fin, porque sólo al final se conoce bien a un hombre” (11, 27-28). Nosotros estamos viviendo un tiempo de infortunio; y, cuando lleguemos al final, podremos conocernos mejor. Podremos descubrir dónde está la verdadera felicidad y dónde no. Podremos saber qué nos hace felices de verdad. El tiempo de infortunio se convertirá en un tiempo favorable, una oportunidad de salvación.
En este mes de mayo celebramos a nuestro patrono, san Isidro Labrador. Como hombre de campo, él supo de sequías, inundaciones, pestes y adversidades. Su mansa rudeza lo hizo fuerte para seguir labrando la vida en tiempos difíciles. Le pido a él que nos regale algunas de sus virtudes para no perder la esperanza y seguir sembrando. Sólo así podremos cosechar vida de tanta muerte.
Les dejo un cariñoso saludo
y mi bendición.
P. Carlos.