Reflexión de Paula Martinez, publicada en la Bienaventurados del mes de diciembre de 2020.


Una vez más, un cuento me acompaña en el camino de la vida. Y aquí se los comparto.

Había una vez un rey que llamó a los artistas de la corte y les pidió que pintaran la PAZ PERFECTA. Luego de unos días, llegaron los resultados de varios pintores. De entre todas las obras, se seleccionaron dos. En la primera, el artista había pintado unas suaves montañas que reflejaban su silueta en el lago que había en su ladera, y el cielo estaba despejado con aves en pleno vuelo. El segundo cuadro elegido fue también un paisaje, de montañas rocosas y un cielo tormentoso. De las montanãs surgía una cascada con aguas impetuosas, que dejaban una gran bruma alrededor.

El rey observó cuidadosamente este segundo cuadro y vio que debajo de la cascada, entre la grieta de la roca,crecía un delicado arbusto. En el arbusto había un nido con un pajarito sentado plácidamente debajo de la violenta caída de agua.

Paz perfecta. Este es el que eligió.Y les hizo ver el ave debajo de la cascada. El pueblo no entendía porqué el rey había escogido ese segundo cuadro como Paz Perfecta. Él, con sabiduría y simpleza explicó que paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro; paz significa que, a pesar de estar en medio de esas cosas, permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Ese es el verdadero significado de la Paz.

Podríamos pensar a esta pandemia como ese segundo cuadro. Muchos habremos vividos momentos de tormenta y sensaciones amenazantes a nuestro alrededor.

Y muchas, muchísimas, también habrán sido las oportunidades que tuvimos de sentirnos refugiados en nuestros propios nidos interiores.Ese lugar de amor y contención que te da la palabra justa de un amigo,la oportunidad de sonreírle a alguien que amas.Una palabra,una sonrisa, e infinidad de gestos auténticos y cálidos que nos ayudaron a seguir adelante a pesar de la tormenta exterior.

También el propio silencio de estar con nosotros mismos, en ese lugarcito donde nos preguntamos ¿y ahora qué? Y, cuando lo hacemos con sinceridad, se enciende esa luz interior que sólo se ve en la oscuridad.La oscuridad donde se encuentran los tesoros escondidos,esos que están muy hondo dentro de nuestro propio interior.

Rescatar lo simple y lo auténtico nos hace brillar;y uno brilla generando oportunidades para pasar la tormenta.Todos habremos conocido algún ejemplo de alguien que fue LUZ, y la luz viene de la PAZ interior del corazón.

En una de las últimas revistas, les conté sobre Olivia, una joven de 15 años que me dijo que esta pandemia la ayudó a conocerse y que, cuando todo termine,la vamos a ver renovada. Seguramente hayamos logrado algunos cambios en nuestro interior.Ayer, hoy o mañana. Generemosla oportunidad de estar en Paz,de allí surgen pedacitos de cielo que Dios nos regala.

Podemos hacer crecer oportunidades dentro de nosotros,como ese arbusto que creció en la grieta de una roca. No fueron las condiciones óptimas,pero él lo logró. Y nosotros también lo lograremos si tenemos la posibilidad de descubrir nuestro propio nido interior, ese que nos refugia y nos fortalece para salir a volar cuando pase la tormenta.