Compartimos lo que escribió el P. Juan Manuel en la revista Bienaventurados de diciembre, con motivo de la misión del grupo Jeremías, quienes parten el próximo martes 27 a Ayacucho, Prov. de Buenos Aires.

Con alegría y sencillez de corazón

12507172_1038300902889212_3316886380499054259_nDespués de celebrar el nacimiento de Jesús, el grupo misionero “Jeremías” partirá hacia su misión anual. Saldremos el 27 de diciembre rumbo a Ayacucho, provincia de Buenos Aires, y regresaremos el 7 de enero. Será el segundo año que el grupo misione en esta ciudad, la cual fue propuesta por un miembro de nuestra comunidad. La misma se encuentra a 324 kilómetros de Buenos Aires y cuenta con 17.000 habitantes.

A principios de octubre fui a conocer Ayacucho y a presentarme ante el cura que nos recibirá, el padre Martín. Charlamos de varios temas relacionados a lo que el grupo puede aportarle a la comunidad y lo que puede aprender de ella. Me comentó lo bien que habían sido recibidos el año anterior y la alegría evangélica que transmiten los chicos. En estos días, estarán definiendo qué barrios de la ciudad y qué parajes rurales cercanos van a pedir que visitemos.

12510368_1038313279554641_3484565546892346886_nEl lema que acompaña a este grupo es la cita del profeta Jeremías: “Como barro en manos del alfarero” (Jr. 18,6), que muestra la disponibilidad a moldearnos por Dios. Pero, además, cada año la misión está marcada por una lectura bíblica, que es lo que el grupo quiere vivir y compartir con los demás. Esta vez hemos elegido un pasaje de los Hechos de los Apóstoles: “Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comía
n con alegría y sencillez de corazón” (Hch. 2,46). Porque nosotros, como todo misionero, somos discípulos de Jesús y de esta primera comunidad cristiana, que marcó el camino de cómo se debe vivir evangélicamente. Rezar juntos, poner lo que tenemos en común y vivir con alegría y sencillez: eso lo que queremos vivir estos días en Ayacucho junto con las personas que nos reciban.

En esta misma línea del ser discípulos misioneros de Jesús, y respondiendo al pedido que nos hicieran los obispos latinoamericanos en Aparecida hace 9 años, donde se nos pide a toda la Iglesia latinoamericana vivir en estado de misión, nos alientan las palabras del papa Francisco: “El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie” (Evangelii gaudium, 266).

A toda la comunidad de la Catedral, le pedimos que nos tengan presentes en la oración, así como nosotros rezaremos por ustedes.

TESTIMONIOS MISIONEROS:

«Para mí, misionar el servicio. En el servicio primero te encontrás con el otro porque te estás dando al otro, después te encontrás con Jesús porque dándote al otro te encontrás con Él, tanto en vos como en el otro. Sirviendo, uno redescubre su versión de católico, darse y entregándose. Misionar es ir a compartir ese amor que Dios tiene por nosotros. Llevar alegría y también dejarse cambiar por Dios en los demás. Es dar y, más que nada, recibir. Ir a encontrar a Dios en el otro, en el encuentro.

Misionar es mostrar a Jesús con una sonrisa sin importar nada y esto es jeremías, el vivir repartiendo sonrisas. Donde más se ve a Jesús creo yo es una sonrisa y en AYACUCHO era inevitable no ver sonrisas por todos lados Lo que hacemos como grupo es salir al encuentro del otro a mostrar quiénes somos y lo mucho que nos transforma el vivir con Dios.

Un grupo de 60 personas y una ciudad completamente nueva fueron lo que hizo de este año uno de los mejores años de mi vida, una experiencia que sin duda dejo una huella en mi corazón. Dudo que pueda volver a arrancar de mi año sin este gran grupo”.

ACHU COMINO.

«Cuando uno misiona, devuelve lo que se le dio, los valores que se le inculcaron y el mensaje de vida que se le transmitió y adoptó después como propio. Uno, privilegiado de haber tenido la formación necesaria para poder sobrepasar lo que se presente en el camino, tiene la posibilidad de ayudar. Ayudar a gente que no tuvo ese privilegio reservado para pocos.

El Papa Francisco llama a la gente a que salga, a que vaya para afuera; a que tome esa posibilidad, a que transmita ese mensaje que lo guía a uno, el mensaje de Dios, para así después poder guiar a quienes lo necesiten y a quienes lo acepten. Por eso uno golpea la puerta, ofrece esto. Se compromete a escuchar a alguien que no es escuchado, a acompañar a alguien que está solo, a ofrecer consejo a alguien que lo pida y lo acepte. Y así, a través del encuentro, establecer relaciones que dejen algo en la persona, que dejen una experiencia vivida que perdure en su memoria. experiencia que, alimentada por la propia voluntad y sacrificio de la persona, y por su relación con Dios, pueda algún día guiar, ayudar, o serle de herramienta para saber qué camino de vida tomar para su bien y el de los demás».

ANÓNIMO.

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Para más información sobre el grupo Jeremías VER AQUÍ.