Reflexión del P. Gonzalo Rebollo, vicario parroquial, publicada en la revista Bienaventurados del mes de mayo de 2017.
La pureza del corazón es querer una sola cosa1…
Te propongo tener presente ese pasaje del Evangelio en el que un hombre se acerca corriendo a Jesús, se pone de rodillas y le pregunta por aquello que debe hacer para heredar la vida eterna2. Jesús, sin mucha vuelta, le recuerda cumplir los mandamientos. Sin embargo, la respuesta no lo deja satisfecho: “Todo eso lo he guardado desde mi juventud”. Jesús, mirándolo con amor, lo invita a vivir algo nuevo, algo grande. Se trata de descubrir que la vida y el plan de Dios no se contienen en el cumplimiento de una serie de normas y costumbres; no es cuestión de realizar muchas actividades de fe. Jesús lo invita a encontrar vida en un camino de generosidad con los hermanos, y de confianza en el seguimiento del Maestro.
Comentando esta escena, dice Martini: “ese joven, a pesar de que cumple la justicia humana, no sabe entrar en el proyecto divino, que es misericordia, solidaridad (vende lo que tienes y dáselo a los pobres), que es esperanza en una vida sin fin (y tendrás un tesoro en el cielo), que es conformarse con Jesús (luego, ven y sígueme)”3. La verdadera libertad es un camino difícil, porque nuestro corazón siempre se encuentra apegado a falsas seguridades, a búsquedas en donde seamos nosotros los que tengamos el control. Pero Jesús nos invita a confiar en su palabra. Es en el amor, en la confianza, en el descubrimiento de la propia vida como un don para regalar, y no para guardar con miedo, que experimentamos la libertad y la alegría verdadera. Este joven rico se fue entristecido, nos dice el Evangelio. La tristeza, la amargura y la insatisfacción provienen muchas veces de no estar pudiendo entregar el corazón. El enorme deseo de darnos, y los enormes miedos para hacerlo, nos hacen sentir y mirar todo de un modo gris. Y terminamos buscando distracciones.
El domingo 7 de mayo se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Consagradas. Jesús sigue llamando a muchos y muchas a que se animen a dejarse tomar por su amor que da vida. Para ser instrumentos de su misericordia en medio de la sociedad. Para encontrar en la entrega a Jesús y a los hermanos la alegría del amor y la libertad. Quienes nos hemos cruzado con el amor de Jesús que nos salva, tenemos que permitirnos dejar resonar su llamada, y permitirnos la pregunta. Si no nos animamos a hacernos las preguntas, no vamos a encontrar las respuestas que nuestro corazón busca. Hay que dejarse preguntar por Jesús, y preguntarle…
¿Qué hay en tu corazón?
¿Cuál es tu nombre?
¿Por qué es tu felicidad ser nuestro servidor?
¿De qué están hechos tus sueños? ¿Amor más grande que el amor?
¿Adónde alimenta tu acción tanta esperanza aguantadora y audaz?
¿Qué hay en tu corazón?
Pues lo mismo quiero yo.4
1 Título de un disco de Eduardo Meana.
2 Mc. 10, 17-27.
3 Carlo Martini, “Samuel, profeta religioso y civil”, Sal Terrae, Santander, 1990, p.34.
4 Eduardo Meana, “corazón animador”, en el disco “la pureza del corazón es querer una sola cosa”.