Reflexión de Paula Martínez , publicada en la revista Bienaventurados del mes de abril de 2018.
Qué poderosa es esta simple palabra que apenas tiene dos letras. Tiene el poder de generar alegría, compromiso y presencia.
“Sí, quiero” es una frase que empuja hacia un nuevo destino.
En las amistades, decir que sí es abrir nuestro corazón para que lo conozcan, y para conocer el corazón de quien tenemos enfrente.
En un matrimonio, el sí es un compromiso diario al abrir los ojos. Porque a diario tenemos un aspecto nuevo de esa persona que crece junto a nosotros.
Pero, muchas veces, ese sí que es dicho con entusiasmo se enfrenta a batallas y dificultades que necesitan ser transitadas para hacernos más fuertes.
Y cuando ese OTRO es Dios…
“ALÉGRATE, LLENA DE GRACIA, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO”
Esta invitación recibió María por parte del arcángel Gabriel. La invita a ser parte de una nueva realidad en su vida, una realidad inmensa, incalculable para la razón humana. Y ella confió en la presencia de Dios en su vida.
El Sí de María permitió unir el cielo y la tierra de una forma perfecta. Dios mismo habitaría entre nosotros.
Y María fue la puerta al cielo para que Dios esté entre nosotros a través de su Sí.
Fue la primera en acobijar en su palabra, en su seno y en sus brazos a un Dios pequeño que fue creciendo.
“Llena eres de gracia”, le dijo el ángel. Y ella abrió su corazón a Dios.
Un Dios niño fue creciendo a su lado para llenarla de luz. Y hoy esa luz que se irradia desde su corazón inmaculado nos guía en cada Sí que necesitamos darle a nuestra vida.
María, modelo de vida, modelo de un Sí generoso, guianos ante las propuestas que Dios hace a nuestras vidas, para que seamos dignos de alcanzar sus promesas. Guianos con tu luz maternal ante los sí que se nos debilitan y necesitan ser fortalecidos. La vida siempre tiene algo nuevo para anunciarnos, sé nuestro sostén. Junto a ti, nuestro SÍ será más auténtico.