Reflexión de Juan José Mayer publicada en la revista Bienaventurados del mes de mayo de 2018. 


La decadencia del reinado español impulsó el proceso de nacimiento de nuestro país. La Semana de Mayo de 1810, tiempo de revolución con un cabildo agitado, dio lugar a la asunción de la Primera Junta, que representaba a los diferentes partidos revolucionarios.
La patria comenzó a construirse con “La Marcha Patriótica”, el canto de victoria y libertad frente a España, escrito en 1812 por Vicente López y Planes, con su música compuesta al año siguiente por el catalán Blas Parera.

Ya en 1847 fue denominado “Himno Nacional Argentino”. Su duración original era de veinte minutos; y la letra estaba cargada de versos como “Coronada su sien de laureles, y a sus plantas rendido un león” y “Buenos Aires se pone a la frente de los pueblos de la ínclita unión. Y con brazos robustos desgarran al ibérico altivo león”, haciendo referencia a la Corona Española. En 1900, durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, se reformó la letra con el fin de mantener el respeto hacia los españoles; y en 1924 se abrevió a sólo tres minutos y medio.

En el contexto del fenómeno de la globalización, en el que en canciones pedimos que no existan fronteras y que el mundo sea uno solo, en el que ya no importa demasiado en qué parte del planeta estemos, me pregunto: ¿hoy nos representa a todos los argentinos aquella letra del siglo XIX, a pesar de las diferencias políticas? ¿habría que modificar algo? ¿Qué significa la Patria hoy?, ¿tendrá el mismo significado dentro de otros cien o doscientos años?

En estos días, cabe pensar acerca de este primer y curioso canto. ¿Por qué? Porque es parte de nuestra identidad cultural, porque nos hace ser y formar parte de una comunidad; por las costumbres, por la historia y, por supuesto, por el mundial de fútbol.
A esperar resultados, a clasificar, a agarrarnos la cabeza y suspirar “Uhhh” cuando estamos cerca, a aguantar una final… todo esto y más nos enseñó el fútbol.

El fútbol apasiona; y en Argentina, en muchos casos, más que la patria. Hace que muchos se pinten la cara, usen gorros y hasta besen la bandera. Hace que, aunque existan diferencias, alienten juntos, salten y se abracen. Pero, ¿por qué tenemos que esperar 4 años para que esto suceda?

El sentimiento por ser argentino puede pasar por momentos de decepción, tristeza y bronca, pero también de orgullo y regocijo, y se expresa tanto en las calles como en un estadio.

Tengo la ilusión de que logremos ser ciudadanos comprometidos, de que tiremos para el mismo lado, de que cantemos por una misma causa como en 1800. De acá en adelante, será cuestión de ponerse a trabajar.