Reflexión de P. Juan Manuel Bianchi Jazhal, vicario parroquial, publicada en la revista Bienaventurados del mes de junio de 2018. 


Este mes de junio estará marcado por la palabra ENCUENTRO, sobre todo si pensamos en los jóvenes de nuestra comunidad. Seguramente a muchos (me adhiero) lo primero que se nos viene a la mente es que el día 14 a la 12 h comenzará el Mundial de Fútbol, con Rusia (país anfitrión) jugando contra Arabia Saudita.

Pero son muchos los encuentros que tendremos, y no sólo durante este mes.

Días previos a que comience junio (del 25/5 al 27/5), iremos con algunos jóvenes de nuestra comunidad al Encuentro Nacional de Jóvenes en Rosario, en donde muchos jóvenes de todo el país nos reuniremos bajo el lema “Con vos renovamos la historia” para compartir la fe y revitalizarnos como pastorales juveniles. Seguramente, en las misas de jóvenes o en las redes se compartirá lo vivido a lo largo de esos tres días.

Ya con el mes comenzado y entrando en la recta final hacia las confirmaciones, los jóvenes se encontrarán para vivir los retiros de Confirmación y Caminar. Para nosotros estos retiros son muy importantes, dado que son la culminación de todo un camino que comenzó en agosto del año pasado, camino en el que todos los grupos fueron compartiendo la fe y creciendo humana y espiritualmente. Los primeros dos fines de semana de junio tendremos los retiros de Confirmación, luego haremos una pausa obligada (juega Argentina el sábado 16/6) y el fin de semana siguiente será el retiro de Caminar (Post-Confirmación).

Todos sabemos lo bueno que es encontrarnos con personas que nos hacen bien y cómo disfrutamos de buenos momentos; pero también hay otro tipo de encuentro que es distinto a todos y que genera otra cosa. Es el encuentro con el Resucitado. No es casual que los retiros de Confirmación estén centrados en la experiencia de los discípulos encontrándose con Jesús Resucitado camino a Emaús.

El encuentro con Jesús Resucitado, sin dudas, nos tiene que ayudar a creer en Él; pero, sobre todo, nos tiene que ayudar a vivir como Resucitados, que es muy distinto y más desafiante. Este encuentro nos tiene que ayudar a vivir sabiendo que Él está en medio de nuestros conflictos, nuestras tristezas, alegrías, fracasos y aciertos. El Resucitado siempre nos acompaña. Es claro que entrar en la dinámica de la Resurrección es siempre apostar y luchar por la vida, luchar contra todo aquello que deshumaniza y nos lastima.
En definitiva, se trata de un encuentro que no me deja igual que antes, es un encuentro que cambia mi modo de vincularme y de comprometerme. Es un encuentro en el que todos los misterios de la vida van entretejiéndose camino hacia la Pascua. Algunas preguntas nos pueden ayudar a revisar cómo vivimos el encuentro con el Resucitado:

¿nuestra fe en el Resucitado nos genera dudas e interrogantes o nos suscita confianza en Dios?, ¿qué actitudes o vínculos me desalientan?, ¿qué signos de esperanza descubro en la sociedad, en mi familia y en la Iglesia?