Reflexión de Felipe Dondo publicada en la revista Bienaventurados del mes de octubre de 2018. 

15 de octubre: Fiesta de Santa Teresa de Jesús


“Entonces Abraham se postró en tierra y rió. ¿A un hombre de cien años le nacerá un hijo?” (Gen 17, 17).

Uno de los frutos más agradables de la amistad es el humor. El mutuo conocimiento y la confianza suelen estar acompañados de chistes, bromas y risas compartidas que hacen de la amistad una de las cosas más geniales de la vida. La santidad es amistad con Dios, y no está para nada exenta de humor.

Santa Teresa de Ávila, Doctora de la Iglesia nacida en 1515, describía la oración como “un diálogo entre amigos”. Cuentan que una vez se cayó del burro en el que iba montada (otros cuentan que fue durante un rato de oración; para el caso es lo mismo) y le preguntó a Dios por qué tenían que pasarle tantas cosas malas. Entonces escuchó la voz de Dios que le dijo: “Teresa, así trato yo a mis amigos”. Rápida como siempre, la monja carmelita respondió: “¡Ahora entiendo que tengas tan pocos!”.

Muchas veces se asocia la santidad a una cosa medio etérea o solemne, a un modo de ser tan profundo y meditabundo que siempre está flotando allá arriba, por encima de las realidades terrenas. Muy por el contrario, son muchos los santos de carne y hueso que vivieron con los pies bien en la tierra, y no sólo eso, sino que además fueron grandes cultivadores del humor. “Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía”, decía Teresa, y le rogaba a Dios: “de devociones absurdas y santos amargados, líbrame Señor”.

De carácter fuerte y decidido, sencilla y práctica, ingeniosa y entrañable amiga de Dios, Teresa de Jesús es una de las santas más grandes que nos ha dado la Iglesia. Es llamativo el estilo desenfadado y suelto de sus libros, en los que muchas veces se ríe de sí misma y de las cosas que le pasan. No con la risa del cínico, sino con la del que tiene su confianza entera puesta en Dios.

En una carta al Padre Gracián, su director espiritual, le hablaba con cierta ironía del aire medio lacrimógeno que a veces veía en las devotas: “hay quienes piensan que, si han estrujado algunas lágrimas, aquello es la oración”. Teresa es conocida por sus éxtasis místicos, pero las visiones sobrenaturales no la hicieron olvidar que, como les decía a sus hermanas, “entre los pucheros y las ollas también anda el Señor”.

La risa de Abraham y la risa de Teresa nos hablan de una amistad cercana y alegre con un Dios que acompaña siempre, como el mejor de los amigos. Una risa fresca y confiada que es un lindo resumen de la vida de santidad.

“Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta”.

Santa Teresa de Jesús