Reflexión de p. Juan Manuel Bianchi Jazhal, vicario parroquial, publicada en la revista Bienaventurados del mes de junio de 2019.


Los primeros días del mes de abril salió publicada, en todo el mundo, la nueva exhortación apostólica postsinodal del papa Francisco, Cristo Vive, dirigida especialmente a los jóvenes y fruto del sínodo sobre los jóvenes que se desarrolló en Roma el año pasado.
Francisco, desde sus primeros meses de pontificado en la JMJ de Río 2013, fue muy claro y profundo en sus mensajes a los jóvenes. A principios de este año, en Panamá, volvió a mostrar su gran capacidad de leer, reflexionar y profundizar acerca de lo que viven los jóvenes del mundo en estos tiempos, y lo que la Iglesia puede aprender de ello.
A lo largo de la exhortación, el Papa trata varios puntos. Les comparto algunas sugerencias y algunas reflexiones, y los invito a que lean la exhortación completa.
En primer lugar, la centralidad en Jesús: “Jesús no los ilumina a ustedes, jóvenes, desde lejos o desde afuera, sino desde su propia juventud, que comparte con ustedes. Es muy importante contemplar al Jesús joven que nos muestran los evangelios, porque Él fue verdaderamente uno de ustedes, y en Él se pueden reconocer muchas notas de los corazones jóvenes” (31).
Francisco pide vivir una Iglesia que se deje renovar por los jóvenes de hoy: “es necesario que la Iglesia no esté demasiado pendiente de sí misma sino que refleje sobre todo a Jesucristo. Esto implica que reconozca con humildad que algunas cosas concretas deben cambiar, y para ello necesita también recoger la visión y aun las críticas de los jóvenes” (39).
En relación con la Iglesia y algunos temas actuales, les recomiendo profundizar sobre:
• la Iglesia y las mujeres (42)
• los jóvenes y la sexualidad (81)
• el drama y la actitud evangélica sobre las migraciones (91-94)
• el vínculo jóvenes-ancianos (200)
En el capítulo tercero, Francisco habla acerca de un tema actual y doloroso que son los abusos cometidos por miembros de la iglesia (95-102). Todos estos puntos son de suma importancia; pero creo que el número 97, en relación con las sanciones, y el número 100, en relación con los sacerdotes, merecen una lectura detallada.
Para terminar y resumiendo, en este documento Francisco resalta varios aspectos positivos de los jóvenes de hoy y de cómo la Iglesia puede repensarse en relación con lo que el Espíritu va suscitando a través de ellos. Finalizo con estos últimos puntos claves:
• “Tiempo atrás un amigo me preguntó qué veo yo cuando pienso en un joven. Mi respuesta fue que ‘veo un chico o una chica que busca su propio camino, que quiere volar con los pies, que se asoma al mundo y mira el horizonte con ojos llenos de esperanza, llenos de futuro y también de ilusiones. El joven camina con dos pies como los adultos, pero a diferencia de los adultos, que los tienen paralelos, pone uno delante del otro, dispuesto a irse, a partir. Siempre mirando hacia adelante. Hablar de jóvenes significa hablar de promesas, y significa hablar de alegría’” (139).

• “… quisiera destacar brevemente que la pastoral juvenil implica dos grandes líneas de acción. Una es la búsqueda, la convocatoria, el llamado que atraiga a nuevos jóvenes a la experiencia del Señor. La otra es el crecimiento, el desarrollo de un camino de maduración de los que ya han hecho esa experiencia” (209).

Se puede conseguir en las santerías de San Isidro o leer online desde la página del Vaticano: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20190325_christus-vivit.html