Carta de nuestro párroco, p. Carlos Avellaneda, publicada en la revista Bienaventurados del mes de agosto de 2019.

Elegir a nuestras autoridades es asumir el cargo de conformar el equipo de personas que desde el Estado gobernarán nuestro país.


Este mes se celebran en nuestro país las PASO. ¿Qué son las PASO? PASO es la abreviatura de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Nos dice la Ley que son:
Primarias: porque es la primera etapa de la elección. Cada partido político puede tener distintos aspirantes a un mismo cargo. Los ciudadanos, sin necesidad de estar afiliados a ese partido político, definen mediante su voto cuál de todos esos aspirantes será el candidato para ocupar el cargo.
Abiertas: porque todos los ciudadanos participan, sin perjuicio de que estén afiliados o no a un partido político.
Simultáneas: porque son el mismo día en todo el país, para todos los partidos.
Obligatorias: porque todos los ciudadanos tenemos la obligación de votar.

¿Cómo nos disponemos a participar de estas elecciones primarias? Quienes sean más jóvenes probablemente con la expectativa de expresar el propio parecer, ayudando así a mejorar la situación de nuestra Patria. Quienes seamos mayores y hayamos votado muchas veces participaremos con un mayor realismo, pensando que nuestro aporte es necesario pero que la construcción de la Nación es una tarea a largo plazo y no la veremos nunca como nos gustaría. Quizá, debido a tantas frustraciones acumuladas en los últimos años, otros sean escépticos respecto de las posibles mejoras y estén desmotivados para ir a votar.
Me gustaría dejar aquí un pensamiento sencillo respecto de las elecciones que celebraremos este año.
Hay una obligación que marca la Ley para ir a votar, pero hay otra obligación que es más íntima y surge de nuestra conciencia. Se trata de asumir, como propia y personal, la suerte de la Nación y de sus habitantes. Ser conscientes como cristianos nos lleva a hacernos cargos de la responsabilidad que todos tenemos respecto del bien común. También interesarnos por la suerte de los más pobres, que en nuestro país son los que más sufren las crisis económicas y políticas.
El bien común es, en primer lugar, una responsabilidad del Estado. Elegir a nuestras autoridades es precisamente asumir el cargo de conformar el equipo de personas que desde el Estado gobernarán nuestro país. Ellos serán hombres y mujeres imperfectos, con fallas y limitaciones, con errores en su pasado y hasta con opciones éticas que en algunos casos pueden ser diferentes a las nuestras. Nunca encontraremos a los candidatos perfectos y plenamente coincidentes con nuestros valores y nuestras ideas.
No obstante, debemos discernir con consciencia lo que pensemos que sea mejor para el futuro de la Nación. Nadie, ni sacerdote, ni obispo, ni acompañante espiritual, podrá decirnos que pecamos si votamos a este o aquel candidato ni obligarnos a elegir a quien nos diga. Nuestra conciencia sólo debe sentirse inclinada hacia aquellos que creamos más idóneos para cumplir con la difícil tarea de gobernar.
Tenemos que aceptar las limitaciones de los políticos, de las instituciones y de los procesos de construcción de nuestra Patria. Tenemos todo el derecho de expresar nuestras opiniones y nuestras disidencias, pero también tenemos el deber de hacer nuestro aporte mediante el voto en las elecciones de este año. Es nuestro compromiso.

Un abrazo.
Padre Carlos.