Reflexión del P. Juan Manuel Bianchi Jazhal, vicario parroquial, publicada en la revista Bienaventurados del mes de junio de 2017.
En nuestro templo hay una imagen muy importante del Sagrado Corazón de Jesús, frente a la cual día a día mucha gente se detiene a rezar. Quizás a los jóvenes esta imagen no les sea muy significativa, pero sí nos es significativo a todos el deseo de tener el corazón cada día más parecido al de Jesús.
Cuando miramos el corazón de Jesús nos es casi inmediato mirar cómo está nuestro propio corazón. Y es ahí en donde nos vemos muy distantes de un corazón misericordioso como el suyo. Sobre todo, porque en el corazón es donde reside el modo de amar, y es ahí en donde siempre nos sentimos cortos porque entran en juego no solamente el modo que tengo de amar sino la capacidad que tengo de recibir ese amor. El papa Francisco dice “más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él, la manera de devolver tanto amor es abrir el corazón y dejarse amar. Dejar que Él se acerque a nosotros y sentirlo a nuestro lado. Dejar que Él se haga tierno con nosotros, nos acaricie. Esto es lo más difícil: dejarnos amar por Él” (Santa Marta, 7 de junio de 2013).
El corazón de Jesús es la misericordia en sí misma, esa que muchas veces nos damos cuenta de que nos falta (por ejemplo con nuestros hermanos, cuando no miramos a la persona sino sus actos). Es la misericordia que muchas veces nos falta como Iglesia, con las personas que se sienten alejadas y nos cuesta volver a incluir. Es la misericordia que nos falta como sociedad, para respetar al que piensa distinto, y que no buscamos dialogar.
El corazón de Jesús es la paciencia en sí misma. Esa paciencia que muchas veces descubrimos que nos falta, sobre todo en nuestros vínculos más cercanos, y muchas veces nos damos cuenta de que somos más impacientes con las personas que más queremos.
El corazón de Jesús es la libertad en sí misma. Libertad para amar, libertad para creer, libertad para alegrarse de las buenas noticias de los otros sin compararse… Libertad que tenía para expresar los sentimientos que brotaban de su corazón sin importarle lo que pensaba o creía la sociedad de su tiempo.
Hay una canción que a veces cantamos en la misa de 20.30, que nos puede ayudar a mirar el corazón de Jesús como deseo de alcanzar ese modo de amar. Aquí algunas estrofas:
Amor que abre sus brazos de acogida,
quiero hablar del camino hacia la vida,
corazón paciente, amor ardiente,
quiero hablar de aquel que vence
a la muerte.Quiero hablar de un amor generoso
que hace y calla, amor a todos,
buscándonos todo el tiempo,
esperando la respuesta, el encuentro.Quiero hablar de un amor diferente.
Misterioso, inclaudicable,
amor que vence en la cruz.
Quiero hablar del corazón de Jesús.
(Canción al corazón de Jesús – Letra: Jorge Méndez SJ – Música: Cristóbal Fones SJ)