Creencias y mandatos

Reflexión de Florencia Tapia Gomez publicada en la revista Bienaventurados del mes de agosto de 2017. 


A medida que crecemos, nos damos cuenta de que estamos afectados por nuestro entorno cultural y que hay cosas que no responden a lo que nosotros queremos. Seguro todos tienen algún ejemplo, chico o grande, pero alguno.

Algunos mandatos no los descubriremos nunca y siempre creeremos que fue algo que realmente elegimos porque tienen esa fuerza. “Creencias” y “mandatos” son un matrimonio consolidado. Es incuestionable que las cosas que hacemos responden a alguna creencia, y de hecho no está mal. Acá nadie habla de bueno o malo. El tema es darse cuenta de cuando “la creencia” y su marido, “el mandato”, nos aprietan, nos oprimen y no responden a quiénes somos. Básicamente, cuando nos hacen mal y no nos dejan ser quienes estamos llamados a ser.

Dónde estudiar, qué profesión seguir, dónde trabajar, a qué edad casarnos o tener hijos, cuándo viajar, cómo tienen que ser nuestros amigos o nuestra pareja, a qué iglesia ir, cómo tiene que ser nuestro casamiento, etc. Hay un sinfín de temas sobre los que recibimos una bajada de línea consciente o inconsciente, amorosa o no, bien intencionada o no.

Todos queremos ser queridos y para eso tendemos a hacer las cosas que creemos que los demás van a apreciar. Por esto, muchas veces buscamos responder a lo que “la gente” o nuestros afectos valoran como bueno. Y así vivimos en un círculo no virtuoso en el que nos cuesta mucho descubrir quiénes somos realmente y qué es lo que elegimos.

Por ejemplo, nuestra cultura es machista y no es novedad, incluso las mujeres somos a veces más machistas que los hombres (cosa que tampoco es noticia). Usamos varas distintas según el género y no porque comprendemos la naturaleza de cada uno sino porque así fuimos educados por nuestros adultos mayores. Dentro de lo que es la iglesia, por ejemplo, no valoramos de igual manera a un cura que a una monja.

La adolescencia es la edad por excelencia en la que descubrimos qué es lo que realmente nos gusta; pero lo cierto es que nos lleva mucho más tiempo, y quizá toda la vida. Algunas personas son más conscientes y lo descubren antes. Hace menos de una década, hacer toda tu carrera profesional en una misma empresa era sinónimo de éxito, estabilidad y felicidad. Hoy casi que se asocia a lo contrario.

Y si nos preguntamos qué nos inspira, qué nos entusiasma, qué nos motiva… Cuando hablamos de creencias y mandatos generalmente empezamos diciendo “tengo que” o “debo aquello” (por ejemplo, “tengo que hacer un Master”), mientras que aquello que responde a quiénes somos y a lo que nos potencia viene acompañado de “quiero ir a estudiar afuera tal cosa”. La pregunta es: ¿qué verbo quiero conjugar?


Fe y creencias

Es importante no confundir ambos términos porque significan cosas diferentes.

  • LA FE es un don de Dios, que aceptamos libremente. Gracias a ella establecemos un vínculo personal con Él, que nos enriquece e ilumina, y por eso le pedimos que nos guíe en la vida.
  • LAS CREENCIAS son un conjunto de elementos y criterios que nos llegan por medio del ambiente cultural en el que vivimos. Por lo tanto, varían de un pueblo a otro, de un grupo social a otro. Incluyen tanto mitos, supersticiones y costumbres, como también signos y gestos religiosos. No son algo que elegimos libremente, sino que nos son impuestos por los que nos rodean y por eso nos condicionan.